La Ruta de la Seda

UNA NOCHE EN LA YURTA (De 3 a 5 Días)

Volaremos a Bishkek, la desconocida capital de este desconocido país que tiene mucho que ofrecer a los viajeros que anhelan buscar joyas escondidas. Con el tiempo justo para descansar, ponemos rumbo hacia las profundidades montañosas de esta antigua república soviética.

Nuestra primera parada será en Kochkor, apacible ciudad del centro del país y una base perfecta para explorar el mágico lago Song-Köl. Desde Kochkor emprenderemos una excursión a caballo hasta conseguir llegar a este bello lago de alta montaña, emplazado a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar y rodeado de montañas que conservan nieve durante todo el año. Aquí podremos disfrutar de las increíbles vistas de este recóndito paraje y convivir con los nómadas del lugar, pasando la noche en una yurta, (las tiendas circulares de los nómadas de Asia central) y contemplando unos increíbles cielos estrellados en un paraje donde no hay ni una sola luz eléctrica.

LOS VESTIGIOS DE LA RUTA DE LA SEDA (De 2 a 3 Días)

Continuamos viaje hasta la ciudad de Naryn, a la que llegaremos tras una vertiginosa carretera que supera los 3600 metros de altura en el paso de Moldo Ashuu. Esta ciudad es el lugar desde donde nos acercaremos hasta el Carvasar de Tash Rabat.

Estas construcciones fueron el alma de la ruta de la seda, y es que aquí se alojaban las caravanas con sus mercancías y animales en la mítica ruta que unía Oriente con Occidente. En concreto, en Tash Rabat, emplazado a 3100 metros de altura, se llegaba tras cruzar el paso de montaña de Torugart, a 3750 metros de altura y que servía de frontera natural con la China actual.

EN UN VALLE PERDIDO (De 3 a 4 Días)

Desandaremos nuestros pasos para encaminarnos a la ciudad de Karakol, en la cabecera del lago Issyk-Köl. Típica ciudad soviética, de amplias avenidas y con un animado mercado de animales los domingos. Pero una base perfecta para explorar las montañas y valles de los alrededores, como es el idílico valle de Altyn Arashan, al que se accede tras hora y media de una tortuosa pista (sorprendente que un coche consiga subir por ahí), pero el destino final bien merece la pena: Un idílico valle rodeado de montañas de 4000 metros donde puedes aprovechar para dar paseos, disfrutar de la naturaleza virgen y bañarte en alguna de las numerosas fuentes termales que nacen en este rincón de la cordillera Tian.

Desde Karakol emprenderemos el regreso a Bishkek, contemplando por la ventanilla como vamos dejando atrás las montañas, contentos de haber descubierto la increíble belleza y amabilidad de sus gentes, de este desconocido viaje por Kirguistán, un país que ahora ya sí, sabremos localizar en el mapa y quedará para siempre en nuestros recuerdo.