EL LADO SALVAJE DE AFRICA (De 8 a 10 Días)
Desde Sossusvlei, emprendemos viaje rumbo hacia el norte. Nuestro primera parada será el paraje natural de Spitzkoppe, a pocos kilómetros de la impronunciable ciudad de Swakopmund. Spitzkoppe, al que algunos llaman el Ulurú Africano (la roca sagrada australiana) es un monolito de roca en mitad de una inmensa llanura que se va encendiendo de paulatinamente de un rojo intenso conforme el sol se va recostando en el horizonte.
Y aquí el camino se nos bifurca, o bien podemos recorrer las ignotas tierras de Damaraland, desérticas, solitarias, de paisajes abrumadores, o bien dar un rodeo hasta Cape Cross, para visitar una de las mayores reservas naturales de focas del mundo, y donde podremos, entre un inevitable olor a pescado, observar a cientos de focas y leones marinos y algún que otro chacal merodeando tratando de en un descuido conseguir atrapar a alguna cría. Continuamos nuestra ruta, cruzando la región de Damaraland, visitando el arte rupestre de los bosquimanos en Twyfelfontein y continuando rumbo hacia la frontera con Angola.
Poco a poco nos introducimos en la salvaje región del Kaokoveld, hogar de los Himbas, una de las tribus más fascinantes de todo el continente africano, donde destaca el color rojo con el que las mujeres tintan sus cuerpos, donde tendremos la oportunidad de comprobar como habitan en una de las regiones más remotas de África. Seguiremos explorando la región del Kaokovled hasta llegar a las cataratas Epupa, fronterizas con Angola, allí donde el río Cunene, de medio kilómetro de anchura, se despeña en un precioso circo de agua para continuar rumbo al océano Atlántico.
Este viaje es intenso a más no poder, ya que aún nos queda por ver lo mejor del viaje: El parque Nacional del Etosha, una de los mejores enclaves del mundo para observar fauna salvaje en libertad. Todos los animales se reúnen en sus charcas donde podremos contemplar sin agobios de multitud a cebras, springboks, kudus, jirafas y elefantes bebiendo de la misma charca, y aprovechar las horas menos calurosas, al atardecer y amanecer para tratar de sorprender a algún rinoceronte o algún león u otro depredador acudir a saciar su sed