Cuando se piensa en fiordos, por regla general, pensamos en Noruega, pero en los Balcanes, concretamente en Montenegro, también existe una buena muestra de la belleza de estas estructuras geológicas. Una ruta por los Balcanes, como la que ofrecemos en Paso del Noroeste, donde se combina naturaleza, mundo rural y modernas ciudades de esta región europea con un final explosivo en el fiordo de Kotor, dará la oportunidad de conocer un espacio único que ha sido intervenido magistralmente por la mano humana, un hecho que no suele darse con demasiada frecuencia.
Para hacernos una idea del objeto natural al que nos estamos refiriendo, no está de más describir qué es en sí un fiordo. Un fiordo no es otra cosa que una estrecha entrada del mar que se da en la costa por causa derivada de un valle excavado, generalmente por la acción de los glaciares. Estas estructuras destacan por tener una gran profundidad y unas cumbres a una altitud considerable.

Kotor, el fiordo del sur
La perfección de los más de 300 km de costa de cara al mar Adriático que posee Montenegro, país del sureste europeo ubicado en la península de los Balcanes, es sorprendente, como si hubiera sido dibujada por un arquitecto. Pero esta simetría extraordinaria se ve interrumpida, de forma abrupta, cuando el Adriático desafía a la lógica y se introduce sorpresivamente en el interior de los Alpes Dináricos (cadena montañosa que abarca zonas de países como Albania, Bosnia – Herzegobina, Croacia, Eslovenia, Serbia y Montenegro).
El culmen de tanta belleza extraordinaria, con unas montañas que descubren un paisaje fascinante lleno de contrastes llega con Kotor, el fiordo que se encuentra ubicado más al sur de Europa. Un paraje único, que se disfruta al mismo tiempo que se descubre una insólita cuenca mediterránea, en la que el talento y el buen gusto de las gentes de la región ha ido modelando a base de pueblos, ciudades y monasterios con un encanto muy singular.
Es normal caer rendido ante la visión de monasterios repartidos por estas laderas boscosas que llegan hasta el mismo cielo, es normal querer dedicar tiempo a disfrutar de alguno de los hoteles más exquisitos de toda Europa, es normal querer quedarse a vivir en este espacio donde la unión de cultura, naturaleza e historia ha sido declarada como Patrimonio Mundial por la Unesco.

Qué podemos ver en la bahía de Kotor
Además de la visión del espectacular fiordo, Kotor ofrece más muestras de lo caprichosa que puede llegar a ser la naturaleza. Solo con la contemplación de los casi 30 kilómetros que se introduce tierra adentro esta estructura montañosa ya se nos eriza la piel.
El recorrido de esta bahía y el fiordo más meridional de toda Europa se puede realizar en 1 o 2 días, depende de lo que te guste parar y disfrutar del espectáculo visual que te espera tras cada curva. Son 100 kilómetros de paisajes inolvidables, naturalmente bien conservados y pueblos con un gusto rural exquisito. Un circuito que es una verdadera maravilla que no querrás que se acabe nunca.
Su fabulosa ubicación, envuelto entre montañas de gran altitud de los Alpes Dináricos, le ofrece un aspecto de territorio mítico, de formas caprichosas y extrañas, y es que en algunos puntos la bahía se estrecha tanto que parece irreal que los cruceros puedan transitarlos, como lo hacen, a diario.
Aunque un paseo náutico por estas rías entra dentro de las actividades que puede llegar a realizar el turista, lo más recomendable para conocer bien toda la zona es alquilar un vehículo en Dubrovnik, pues apenas 50 km la separan de la entrada norte a la bahía de Kotor, donde se encuentra la primera de las poblaciones distribuidas por el interior de este enclave natural; Igalo. Un territorio turístico que se hizo famoso por ser residencia de verano del dictador yugoslavo Josip Broz Tito.

Qué ver en la ciudad de Kotor
Kotor es Patrimonio Común de la Unesco, una de las ciudades más bonitas de todo Montenegro, con más de 2000 años de antigüedad, a la que se llega a través de una de las carreteras más bonitas de Europa, muy estrecha y mal asfaltada, pero con unas vistas panorámicas que quitan el hipo. Esta vía secundaria une el Parque Nacional de Lovcen con la ciudad que le da nombre al fiordo y merece la pena recorrerla sin prisas.
Una vez en la ciudad, es aconsejable esperar a que la enorme masa de turistas que provienen de los cruceros haya vuelto a embarcar para disfrutar de una ciudad más despejada. Para hacer tiempo, siempre es una buena idea acercarse a alguna de las pequeñas playas y esperar refrescándose en las cristalinas y turquesas aguas que provienen del Adriático.
Será, entonces, cuando todo esté más tranquilo, el mejor momento para perderte con tranquilidad por sus acogedoras calles empedradas, un auténtico laberinto de estrecheces que desembocan repentinamente en plazas ambientadas o e zonas silenciosas y solitarias. Buen momento para entrar en alguna de sus iglesias románicas o en la catedral de Kotor, contemplar la torre del reloj y regocijarse en la Plaza Oruzja, Patrimonio de la Unesco.
En el recorrido por la ciudad podremos observar una auténtica joya medieval que es su enraizado circuito de calles. La sorpresa se encuentra detrás de cada esquina en esta ciudad amurallada, llena de detalles y monumentos. El frescor que acompaña las piedras en sus calles estrellas durante el día darán paso al atardecer, el mejor momento para subir a lo más alto de las murallas, hasta la fortaleza de San Juan y, desde ese mirador, disfrutar de la puesta de sol, una maravilla que quedará grabada para siempre en la memoria.
Kotor es un buen lugar para obtener una perspectiva diferente del fiordo, pues desde aquí se puede contratar un paseo en barco. No te preocupes, no son cortos, estos circuitos pueden llegar a durar hasta 8 horas, por lo que vas a poder apreciar bien el interior de esta maravilla natural. Algunas paradas son verdaderamente bonitas de ver y disfrutar, por ejemplo, la que se realiza en la isla Nuestra Señora de las Rocas (artificial) o en la cueva azul, ideales para un baño y conocer un entorno natural de gran belleza.

Otros lugares de interés
Como cabe suponer, el fiordo de Kotor ocupa una extensión que va mucho más allá de la ciudad que le da nombre. De este modo, hay lugares que también son dignos de visitar y completar el circuito de ciudades con encanto que ofrece toda esta bahía.

En Perast, a 10 kilómetros de Kotor, se va a disfrutar de todo el entorno de este lugar sin la saturación turística. Risan está considerado uno de los rincones más bonitos de la bahía, con fáciles accesos a playas y zonas de baño, posee una muy bien conservada villa romana del siglo II d.C., por lo que se considera la población más antigua de toda la zona.

Herceg Novi también tiene un buen número de playas con aguas azules y cristalinas, es aquí donde se localiza el punto más estrecho de todo el fiordo, el estrecho de Verige. Además, posee un casco antiguo, pequeño, pero que merece la pena ver y, por su posición estratégica, también conserva restos de una muralla y de la fortaleza Kanli-Kula, además de otra a nivel del mar, conocida como el Fortemare.

Por último, si disfrutas de los yates y embarcaciones de lujo, puedes pasear por el puerto de Tivat. En definitiva, un viaje que merece la pena y no representa un desembolso de dinero excesivo. Si quieres obtener más información, haz clic aquí para informarte de nuestros viajes a Montenegro, Albania, Macedonia y alrededores del mar Adriático y los Balcanes.
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